Por Rodrigo M. alumno de 1º BAC
Dicen que aquí en Aragón el cierzo lleva historias, y que en cada una de las piedras se guardan nuestras memorias.
Nací en la comunidad en la que el viento azota la piel, en la que cada aragonés a su tierra siempre será fiel.
Justo aquí, donde el Ebro fluye con voz serena, una sola jota al atardecer a cualquier alma cura la pena.
Desde los monegros, a Ordesa y el Pirineo; cada rincón de este reino guardará para siempre un deseo.
Siempre seremos recordados como herederos de gigantes, de manos firmes, ideas claras y pasos constantes.
Desde aquí pintó Goya, con genio y pasión, mucho más que una bandera, al igual que el célebre Buñuel soñó más allá de su era.
Y es que ser aragonés no es cuestión de lugar, sino una forma de vivir y de amar, de sentir nuestro orgullo ancestral.
En cada pueblo, en cada valle y en cada rincón, latirá siempre con fuerza el corazón de todo aquel que grite: “yo soy de Aragón”
