Entre los proyectos finalistas de este año destacan iniciativas tecnológicas que buscan mejorar la seguridad, la eficiencia y la inclusión. Desde un asistente virtual que protege a los usuarios de ataques en internet hasta un robot autónomo capaz de ofrecer visitas guiadas en museos, la creatividad de los jóvenes no tiene límites. Además, la inteligencia artificial juega un papel fundamental en muchas de las propuestas, con aplicaciones que van desde la clasificación de residuos hasta el diagnóstico temprano del Alzheimer mediante resonancias magnéticas.

La investigación sobre soluciones sostenibles también estará presente en esta edición. Proyectos como la extracción de microplásticos mediante fluidos ferromagnéticos y el desarrollo de bioplásticos basados en materiales orgánicos demuestran el interés de los jóvenes en preservar el medio ambiente. En el ámbito de la salud, se presentan innovaciones como un dispositivo intraoral para personas con intolerancia a la lactosa y un estudio sobre la estimulación transcraneal para mejorar el rendimiento motor en adultos mayores.

El Premio Don Bosco también apuesta por proyectos que fomentan la educación y la concienciación social. Un ejemplo de ello es una aplicación que busca orientar a los estudiantes en su futuro académico y profesional, también destaca un proyecto que analiza la evolución de las tallas de ropa en la industria de la moda y su impacto en la autoestima de los consumidores.

Con una combinación de tecnología, ciencia y compromiso social, la 38ª edición del Premio Don Bosco promete ser una vitrina del futuro, donde las ideas de los jóvenes podrán convertirse en soluciones reales para la sociedad.

Uno de los grandes logros del Premio Nacional Don Bosco es que ha conseguido implicar a instituciones públicas, universidades y empresas que en calidad de patrocinadores, colaboradores o proveedores han unido sus intereses a favor de la innovación tecnológica promovida por jóvenes.