Por Elena G. alumno de 1º BAC
En la sombra de su propia duda, Tania caminaba sin rumbo, sintiendo que la vida le pesaba más que el viento a una hoja seca. Le vino el gran recuerdo, ese recuerdo en el que se despertó en esa cama del hospital. El vacío le golpeó antes que el dolor, el accidente le arrebató la movilidad en sus piernas durante semanas, se negó a mirar por la ventana, como si el sol fuera un lujo que ya no merecía, un día una enfermera le dejó una planta y le dijo “crece a su tiempo, como tú” día tras días la regaba como a ella misma. Tania empezó la rehabilitación, la planta y ella crecieron juntas. Al caminar se dio cuenta de que ella estaba floreciendo por lo que nunca más se sintió así, ella descubrió que el dolor te rompen pero también te siembra y un día sin darte cuenta floreces.
