Por Irene C. alumna de 2º BAC
Todo comenzó con una decisión inesperada, mudarnos. Papá había conseguido un trabajo lejos, y aunque nadie lo decía en voz alta, sabíamos que era lo mejor. Los días pasaron rápido y las cajas llenaron las habitaciones. Los recuerdos, envueltos en papel, se apilaban en los rincones, y las paredes que nos habían visto crecer, ahora esperarían a que otros marcaran sus alturas en ellas. El último día, miré la casa una vez más, grabándola en mi memoria, mientras recorríamos cada rincón por última vez. Mi hogar no desaparecía porque nosotros seguíamos juntos, pero sí lo hacía la casa donde tantos recuerdos habíamos creado y que siempre recordaremos.
