Por Juan C. alumno de 2º BAC
Volvía a casa de trabajar y no conseguía encontrar mi casa. ”Qué raro”, pensaba. Vivía en el número 34 de esa misma calle, pero pasaba directamente del 33 al 35. Preocupado, empecé a preguntar a la gente que pasaba por la calle, pero nadie se dignaba a responderme. Desesperado, llamé a mi madre, pero para nada, pues nadie podía ayudarme.
Estaba a punto de llorar, ¿Qué podía hacer? Lo había perdido todo. Me senté en la acera esperando algún tipo de señal, cuando me fijé en que solo había números impares. Pasaba directamente del 33 al 35, del 35 al 37… sucesivamente. Fue entonces cuando lo entendí, estaba mirando al lado de los números impares. Me di la vuelta y ahí estaba mi casa, más bonita que nunca.
