Por Irene I. alumna de 2º BAC
Eran las diez de la mañana, y teníamos clase con el profesor Carr. Como todos ya habíamos empezado a manifestar magia gracias al vínculo con nuestro dragón, Carr nos estaba enseñando a manejarla. Ese día estábamos practicando cómo transformar objetos en otros distintos.
Alrededor, todos los de mi escuadrón ya habían conseguido transformar las plumas en dagas, pero por más que probaba yo no conseguía ningún resultado. Además, a ello se sumaba la frustración que me provocaba que Jack Barlowe me mirara fijamente. De pronto sentí como mi cuerpo perdía su forma y se transformaba en una camisa de vuelo. Concentré tanta magia que terminé convirtiéndome en aquella prenda y sin saber cómo regresar a mi cuerpo. Menos mal que el profesor Carr con un solo chasquido me devolvió a mi forma original.