Por Sergio G. alumno de 2º BAC
Era 11 de octubre y como todos los años estaba preparando los últimos retoques de mi traje de baturro para llevarle flores a la virgen al día siguiente. Pero mientras lo revisaba me di cuenta de que en la camisa había un agujero, cuando lo ví no me lo podía creer, definitivamente así no podía salir en la ofrenda, así que rápidamente me fui en busca de una camisa nueva para mi traje. Por suerte, encontré una tienda especializada en este tipo de camisas. Nada más entrar vi una camisa que me encantó, era blanca y con pequeños bordados rojos. Sin dudarlo, decidí probármela, pero cuando me la puse, empecé a notar un fuerte cosquilleo en todo mi cuerpo, no sabía qué estaba pasando, me miré en el espejo y descubrí que me había transformado en aquella bonita camisa. Nadie me veía ni me oía, hasta que dos horas después un hombre que entró a la tienda me compró y al día siguiente se vistió conmigo e hizo la ofrenda a la Virgen del Pilar.