Por Laura B. 2º BAC
Podría decirse que lo tengo todo: vivo en un castillo, llevo hermosos vestidos y estoy prometida con el príncipe más guapo de la región. Pero si me preguntas a mí, te diré que mi vida es un infierno. Algunos me lo echarán en cara, -Pero no te quejes, que hay personas con problemas y vidas peores.- Cállate Cenicienta, yo también tengo derecho a ser libre.
Podrías pensar que la solución a mis problemas sería llamar a mi hada madrina, pues déjame decirte, genio, que solo ha empeorado la situación. Yo solo le pedí escapar del castillo, mi jaula de oro como la llamo yo, y ella bajo la promesa de un final feliz me encasquetó a un príncipe. Pero bueno, no necesito su ayuda. Desde este incidente he estado ideando un plan de escape: amaestrar al dragón, porque obviamente tenemos un dragón, y la noche antes de la boda huir hasta los confines del reino sin que los guardias me atrapen. Sencillo, lo sé. Voy a adelantarte la parte detallada de la huida, basta con decirte que ahora me dedico a salvar a otras princesas, doncellas o criadas que buscan ser libres, sin necesidad de un hada madrina o un príncipe que las salve.