Por Esther G. alumna de 2º BAC
Sucedió en un semáforo. Todo aquello con lo que había bromeado alguna vez se hizo realidad.
Siempre me decían que debía cruzar con más cuidado, ser más prudente, pero nunca hice caso. ”Nada de inmortalidad, que vaya pereza vivir tanto tiempo”. Bueno, pues parece que el mundo me escuchó y la tomó conmigo.
Para empezar, me atropellaron en el cruce de al lado de mi instituto, frente al chico que me gustaba, y siguiendo con el drama, no me morí del todo, quiero decir, físicamente me morí, o eso creía, pero por alguna extraña e inexplicable razón, cuando me desperté, estaba metido en una caja, y no, no es lo que pensáis, no era un ataúd. Estaba atrapada en el interior del semáforo, condenada a ser aquella diminuta persona, verde o roja, que marcaba el tiempo de cruce para los peatones