El profesor de automoción Juan Carlos Andrés se encuentra en Tijuana, México realizando un periodo de voluntariado. Nos cuenta cómo está siendo su experiencia en el siguiente artículo:
Por Juan Carlos Andrés
«Aunque la historia de Tijuana se remonta a finales del siglo XIX, no sería hasta el año 1953 cuando se creó como municipio.
Con anterioridad en 1925 se le intentó cambiar el nombre por el de Zaragoza, pero no próspero, lo que nos da una idea de la reciente historia de esta población de casi dos millones de habitantes con un carácter propio y único.
Salesianos Tijuana tiene 6 obras repetidas por la ciudad, 5 oratorios y que tal como los mismos salesianos definen son centros juveniles donde se ayuda a niños y jóvenes al aprovechamiento del tiempo libre por medio de actividades deportivas, académicas, culturales, recreativas, religiosas, etc. al que hay que añadir un sexto, el Desayunador. Éste último es en la que desempeño mi labor como voluntario de Zaragoza.
El desayunador Salesiano «Padre Chava» lleva funcionando 21 años y trabaja con personas en situación de extrema pobreza, personas que viven en la calle y migrantes en situación de paso y aquellos que son deportados.
El desayunador satisface las necesidades básicas como son la comida, la ropa y la atención médica. Mi trabajo en él es doble, por la mañana ayudo en el funcionamiento para servir más de 500 desayunos cada día a las personas indigentes que viven en la calle. Para poder hacer esta labor se requiere de al menos 20 voluntarios cada día por lo que además de los que venimos de fuera se unen los migrantes que están alojados en espera de ser llamados por Estados Unidos para darles el permiso que les permite pasar a ese país o en caso contrario regresar a México hasta una nueva oportunidad.
Son precisamente con este colectivo de personas con las que reanudo mi trabajo por la tarde preparando talleres sobre diferentes temáticas que pueden ser de su interés o simplemente estar con ellos durante unas horas, donde toman confianza conmigo y me cuentan sus historias.
En cada una de esas historias hay sufrimiento y esperanza de mejorar algún día su situación personal o la de sus hijos como es el caso de muchos de ellos.
El desayunador es un centro donde cada día además de repartir cosas materiales, se les atiende y se les da un “buenos días”, seguramente el único que recibirán en todo el día. Durante el poco tiempo que permanecen en la mesa para comer, probablemente la única comida del día, se les devuelve la dignidad como personas. Algunos de ellos pasan visita médica con una doctora, que atiende dos días por semana.
El desayunador, en una esquina del mundo que nadie quiere doblar para ver qué hay, en un lugar olvidado, donde los que acuden a él, un día se olvidaron que ellos también son personas, es un símbolo a partes iguales de lo mejor y lo peor de mundo.